martes, 29 de diciembre de 2020

Domingo

Son las 6. Todos duermen.
El cielo esta mañana
es un veteado azul con naranja.
Globos.
Te pienso...
enmedio del reflejo
y el coro de aves.
Respiro el aire fresco,
suspiro
y regreso a la cama.
Debajo de las sábanas
es otro recuerdo.
Pienso en tus manos
en como hacen magia
con la vida,
en lo fértiles y fuertes que son.
Siento el vibrar de tu voz
debajo de mi blusa
y en todos los rincones
de esta casa.
Te escucho reír,
contándome historias
de hazañas y manjares,
del niño que seguís siendo.
Soy feliz de vivirte,
de coincidir.
En este rato descubro,
que quizá sí
somos cómplices.
La soledad nos hizo un regalo.
Conocernos.
Y el anhelo
de compartir
las horas de descanso,
no se extingue.
Es mi cable a tierra.


sábado, 19 de diciembre de 2020

Sábados

Huyo y sin razón de quedarme
crece el monólogo incesante.

Los sábados son los días de matadero
bestiales y crueles
marcados por ladridos matutinos,
borrados de mi calendario.
No existo los sábados.
Los sazono con menta y sandía,
y triples dosis de café con leche.
Experimento una angustia letal.
Ya no sonrío los sábados.
Cesaron las tardes maratónicas
de carcajadas y litros.
Se vencieron las monótonas canciones
y repetidos cocteles, 
el falso halago de borrachera,
las mismas historias contadas de memoria,
los playlists biográficos.
Se vaciaron los sillones
de culos cómodos y felicidad efímera.
Memorias de manjares abundantes,
el exceso, el bullicio
los planes de after party. 
Hoy parece velatorio.
Y justo los sábados
tienen un aroma a silencio,
a encierro y sepulcro.
Los sábados me mezclo entre la gente
para parecer turista y normal.
Hago listas inútiles de cosas 
que no necesito.
Tengo pretexto para salir
a observar el mundo 
en tenis.
Todos son felices, 
amables y veloces los sábados
excepto yo, mi etereidad 
y mi ausencia. 



viernes, 20 de noviembre de 2020

Primavera

¿Cuántas puñaladas?
¿Cuántos despertares más?
Han querido envenenarte con furia,
con traiciones y angustia el corazón,
teñir tu libertad.
Te han querido desnuda 
y encadenada a la miseria,
y aún así desprotegida
el abrazo honesto de tu pueblo, 
SIEMPRE te devuelve la dignidad.
¡Vas a florecer mi Guate!
Como todas las veces,
resucitarás de esta pesadilla
con nuevos sueños,
con la empatía, amor y respeto 
de un gobierno 
que te merezca de verdad.




lunes, 9 de noviembre de 2020

Pedacitos

Soy un enjambre disperso en el suelo
vestida de gris
Mis párpados hundidos en una marea
persiguen tus manos.
Estoy rota.
Soy un trozo de carne deambulante
perforado y podrido.
Te espero...
aún te espero en las tardes
y te anhelo.
En este agujero que me traga
y aún me observa
palpitar lento.
¿Cómo termino de arrancarte?
En absoluto silencio
raíz por raíz.
Tengo que dejar
de buscarte
de añorarte en esta marea.

jueves, 22 de octubre de 2020

.

He visto caer pedazos de mi corazón
derrumbarse y hacerse polvo.
He sentido la ausencia aullar desde adentro
pidiendo respuestas
lamentando este extravío.
He inhalado el veneno del olvido
la desesperanza de no pertenecer
a ningún rincón, a ningún cuerpo
a ningún amor.
He extrañado mis alas lastimadas
La fuerza de mis piernas para correr
La dulzura de mi madre.
Llevo días viendo fantasmas
habitar mi vida, mi cabeza
luego también se cansan y se van
Todos se van.
Y cuando quedo yo de nuevo
frente a este viento, frente al vacío
frente al silencio, frente al tiempo
sucede algo...
una mano
un pellizco, un rayo de sol
un colibrí en la ventana
un maullido, una nueva flor
un número, una canción.
Una raíz que me abraza
profundo
me sostiene
y susurra... "resiste".

martes, 6 de octubre de 2020

Raíz

Miradas que se buscan
Curiosidad de encontrar en el otro
una chispa, una ventana, una caricia
una fugaz complicidad.
La posibilidad de coincidir en un parpadeo
con otro extraño.
Pasó una vez
y no supimos sostenerla.

Te busco entre esas miradas perdidas.
Sigo sin reconocerte.
Mientras los libros distraen mi corazón.
Camino por calles y valles
soñando avanzar en el tiempo.
Adelanto días,
hago magia cerrando los ojos.
Parece que el sol se une a mis plegarias,
me funde los huesos al alma.
Cada mañana me tatúa un beso.
Las abejas endulzan mis flores,
me abonan las entrañas
transforman mi diluvio.
Pero creo que alguna raíz 
se me ha quedado adentro enterrada.

Mis caminatas guardan siempre 
la esperanza casual de encontrarte 
en una avenida, en un esquina.
Ensayo
y sigo buscando en los otros
ese calor que te llevaste.
Quizá esta necia raíz crezca de nuevo,
me digo.
Quizá en unos meses sea un árbol 
bello y frondoso
donde se refugien miradas.
Tal vez alguna tarde
una tormenta te traiga a él
y sea tu abrigo y tu más dulce abrazo.
Tal vez nos descubramos de nuevo,
las huellas nos delaten
y volvamos a ser una carcajada.

Por eso, 
esta raíz no la arranco.
Por el anhelo de volver a habitar
la miel de tus ojos,
el calor de tus manos.



miércoles, 2 de septiembre de 2020

Semilla

Semillas se fundieron en mis entrañas
la noche que te conocí
Jugué mi partida 
y lancé la última moneda
aposté sin dudar.
Quería quemarme con tus manos,
fundirme en tu sonrisa.
Las semillas crecieron
Y por eternidades,
que duraron meses
seguimos bailando para ellas.
El día que te fuiste
me hice fuego,
nacieron remolinos
torbellinos de viento
y olvidé que una vez 
fui semilla. 

domingo, 2 de agosto de 2020

Sobrio

Y entonces, durante este tiempo y ausencia
Todo se hizo evidente.
Pasó la fiebre, el ardor, el entusiasmo...
el efecto del enamoramiento 
y las ilusiones. 
Así despertaste un día, 
sobrio de amor.
Una mañana te viste enredado 
en mi mundo, 
entre plantas, maullidos,
ruidos ajenos y molestos,
entre mis humores variantes,  
entre sábanas 
extrañando otros tiempos y otros aromas.
Atrapado entre mis redes
y mis peticiones, 
que para mi eran caricias, cercanía 
y unas ganas inmensas de complicidad.
Asfixiado y con resaca de mí
escapaste como cobarde,
como si el diablo te regalara tiempo
y una mejor oferta de cariño.
Una traición no anunciada.
Una huida brusca.
Y a pesar que la resaca de vos, 
me duró semanas y meses
que se sintieron como siglos
en tempestad,
hoy te agradezco el espacio libre en mi cama.
Extiendo las manos, 
acaricio mis mejillas y labios,
regando la sequía.
Me regalo los abrazos 
que ya no sentías darme
y me digo los buenos días,
que te cansaste de pronunciar.
Canto, juego y beso los maullidos,
me levanto,
y me enredo en mi mundo.
Me pierdo por horas 
y te agradezco de nuevo.
Porque sin ti hoy no sabría 
la inmensidad del amor que me habita
y mi capacidad de dar,
porque sin toda esta ausencia
no amaría cada centímetro de mi cuerpo, 
no encendería todas las luces 
sin temor a encontrarme.
He habitado tu ausencia, 
con mis defectos, 
con mi oscuridad y mi fuego. 
Se ha transformado en una hermosa plegaria
para mi corazón.
Le he pedido esta vez, 
que la próxima borrachera de amor, 
dure más 
y un poco menos la resaca.


miércoles, 29 de julio de 2020

Reign

Dejé de desahabitarme los días de lluvia.
Descubrí mi colección de cicatrices
y un eco de huesos crujientes,
vencidos
a la espera del sol
sedientos de caricias
con ansías de mudanza
y de florecer en primavera.

sábado, 18 de julio de 2020

*****

Me abrazo
porque no te encuentro en este espacio.
Hoy amanecí escuchando tu voz
te toqué los labios 
te besé los párpados... 
De madrugada 
me visitan las añoranzas. 
Las mañanas son oscuras y trágicas.
Me pesan los ojos
de extrañarte tanto.

martes, 30 de junio de 2020

Papagayos

Mi pelo es una selva 
y mi corazón un mono salvaje malabarista 
colgado del techo. 
La cabeza un hámster a dieta 
viendo jugar gatos 
en el jardín. 
Empiezo a pensar 
que no es tan lindo 
ser un ermitaño como creí.
¡Qué ganas de un abrazo!
que me recoloque los huesos 
y me regrese el color del corazón.
Hoy te diría 
como mis pechos 
extrañan tus manos.
Te comería a besos los labios,
te enseñaría el perdón
olvidando las horas, 
usando mis piernas como agujas de reloj
atándote a mi cuerpo. 
Te contaría las veces 
que he vencido la muerte,
soñando con tu sonrisa
y recordando tu voz.
Esta vez te quedarías,
cerquita,
susurrando tus deseos, 
mientras me ves dormir.
Y mientras voy 
desenredando mi cabello, 
voy soltándote
poco a poco...
un poquito 
y otro poquito.
Quiero guardarte todavía, 
por un rato
para regresar alguna vez,
que vuelvan a cantar y anidar 
los papagayos
en mi cabeza.




viernes, 26 de junio de 2020

Miel

Lo irónico es que,
para llenarse de nuevas ilusiones 
hay que vaciar 
los escondites secretos del alma,
barrer cada oscura y polvorienta esquina
dejar reluciente el espacio 
para una nueva bienvenida.
Mientras tanto, el abismo.
El polvo, los bichos,
las cortinas en protesta.
El eco frío, los ruidos ajenos.
El vacío es absolutamente inhabitable
cuando la luz es tan tenue, 
hay que adentrarse silente, en puntillas
para no despertar ni espantar los recuerdos.
...
Creí haber dejado cerrada esa ventana. 
Ya sin cortinas, desnuda,
es un espejo perfecto.
Casi siempre la gata se asoma 
curiosa, intrigada. 
Temí abrirla por semanas,
era nuestro espacio.
Pero el viento cedía esa mañana 
y no pudo más:
estrepitosamente
la ventana se abrió y
salió volando la memoria. 
Era una biblia de papeles sueltos
pálidos, desordenados, 
pero tan ligeros.
La gata saltó adentro.
Era un reclamo agudo
maullidos de te extraño,
buscaba a sus hijos, quizá.
Salió a buscar su elefante 
y entró a jugar con él 
en silencio,
bajo la luz de su nuevo escondite.
Ahí donde la vida 
acababa de vencer a la muerte,
con juegos, colores y sol.
Ahí donde el vacío
decidió hacerse cómplice
con la magia.

miércoles, 27 de mayo de 2020

Far away... so close

El mundo puede romperte el corazón
mil veces, en mil pedazos. Sí.
Pero el amor en todas sus formas
siempre vuelve a construir ese puente,
esa ruta de regreso.
Te levanta, te sacude el polvo,
te regala amuletos y salvavidas,
te abraza y te sonríe mil veces más.
Te transforma en luz.

Gracias por estar, por los regalos,
por esta nueva vuelta al sol 💗💜💚🌻💫

viernes, 24 de abril de 2020

Jardín

Despertó ese domingo, distinto. El verde avellana de sus ojos era mas bien un remolino azabache. Ella lo supo. Venía la tormenta y con ella las visitas usuales no tan bienvenidas.

Llevaban meses sin comerse los labios, sin curarse las heridas, sin besarse las manos. Cada mañana era tradición parar los relojes para abrazarse desnudos y contarse las arrugas. Las risitas cómplices impregnaban las sábanas de colores y aromas dulces. Cada roce tocaba el cielo, quemando las dudas, creando poesía.


Ella extrañaba la revancha de miradas y sonrisas durante el café matutino. Extrañaba aquellas manos ocultando el temblor de las suyas, tan frías y frágiles. Añoraba sentir de nuevo la fuerza de sus abrazos, que la envolvían como caramelo.


Cada mañana era un viaje distinto. Conocieron el mundo sin moverse de esa silla, sosteniendo su café... admirándose, viéndose a los ojos. Compraron un búho y empezaron a ahorrar cada moneda para sus sueños. "Será septiembre, mi amor". Tenían el infinito para hacer realidad cada viaje, cada promesa.

Pero su mirada predecía ese día que los viajes habían acabado.

"Abrázame. Durmamos así esta noche". "Te extraño". "Hablemos. Tomemos un vino acá afuera. La luna está hermosa hoy". "Bailemos". "Juguemos", le proponía ella cada noche.

Un no rotundo.

Ella pensó que eran invencibles. Así lo sentía cada tarde a las 3, descubriendo sabores, riendo a carcajadas, pidiendo deseos al atardecer.

No pudo salvarlo. Él tampoco a ella. No salvaron nada. Ni siquiera las monedas de sus sueños. Pagaron las cuentas, llenaron cada semana en silencio la despensa, compartieron tardes completas en absoluta soledad. Cesaron las caricias, también los regalos y la complicidad. Fueron cada día más toscos y sarcásticos, y sin querer llenaron de dudas y vacíos al otro. No hubo más plantas ni planes en común. Aunque el jardín siguió siendo su refugio de paz.

Los cafés matutinos se convirtieron en monólogos tristes con el celular. Las charlas en monosílabos. Las despedidas en un portazo y un suspiro. Las buenas noches, en una pesadilla esquiando a ciegas en la nieve.

"Esa es mi naturaleza", le dijo. "Me siento sofocado e incómodo". "No me nace ya el cariño, quizá más adelante podamos coincidir de nuevo". "Ahora me siento incompleto".

Buscaba cualquier excusa para iluminar aquella mirada lejana y ausente. "Se está perdiendo el atardecer", piensa ella con nostalgia. "¡Mira! Hay nuevos brotes de albahaca. La salvia crece; se está recuperando". Silencio absoluto.

Ese domingo él no tuvo más que explicar. 
Su mirada de profecía lo contó todo.

La gata maúlla afuera sin parar.
Un maullido tenebroso. Distinto.
Debe sentir la ausencia de voces. 

Debe presentir el congelamiento 
que se avecina en el jardín.