domingo, 20 de octubre de 2019

Blu

Aquella tarde, emanaba un tono azul fluorescente. Era esa hora en que las aves quieren seguir cantando y se despiden con una danza en coro. De la ventana van saliendo una a una las visitas de los rayos de sol del día. Mientras afuera la noche espera detrás de la puerta, vestida de azul marino.

La hora perpendicular para los últimos pendientes. La hora limbo. La hora mágica donde el día se zambulle en el mar y se pierde en el aqua hasta ser testigo de la primera estrella.

Todo es silencio y los grillos empiezan la orquesta de a poco con el frío de la noche.

Yo me apresuro y hago la poda en mi jardín. Dos pequeñas moribundas lo piden a gritos.

Pienso también en podarme más el cabello, la cabeza, el corazón.

Desnudez. Es lo que mejor describe este momento.