martes, 30 de junio de 2020

Papagayos

Mi pelo es una selva 
y mi corazón un mono salvaje malabarista 
colgado del techo. 
La cabeza un hámster a dieta 
viendo jugar gatos 
en el jardín. 
Empiezo a pensar 
que no es tan lindo 
ser un ermitaño como creí.
¡Qué ganas de un abrazo!
que me recoloque los huesos 
y me regrese el color del corazón.
Hoy te diría 
como mis pechos 
extrañan tus manos.
Te comería a besos los labios,
te enseñaría el perdón
olvidando las horas, 
usando mis piernas como agujas de reloj
atándote a mi cuerpo. 
Te contaría las veces 
que he vencido la muerte,
soñando con tu sonrisa
y recordando tu voz.
Esta vez te quedarías,
cerquita,
susurrando tus deseos, 
mientras me ves dormir.
Y mientras voy 
desenredando mi cabello, 
voy soltándote
poco a poco...
un poquito 
y otro poquito.
Quiero guardarte todavía, 
por un rato
para regresar alguna vez,
que vuelvan a cantar y anidar 
los papagayos
en mi cabeza.




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