viernes, 26 de junio de 2020

Miel

Lo irónico es que,
para llenarse de nuevas ilusiones 
hay que vaciar 
los escondites secretos del alma,
barrer cada oscura y polvorienta esquina
dejar reluciente el espacio 
para una nueva bienvenida.
Mientras tanto, el abismo.
El polvo, los bichos,
las cortinas en protesta.
El eco frío, los ruidos ajenos.
El vacío es absolutamente inhabitable
cuando la luz es tan tenue, 
hay que adentrarse silente, en puntillas
para no despertar ni espantar los recuerdos.
...
Creí haber dejado cerrada esa ventana. 
Ya sin cortinas, desnuda,
es un espejo perfecto.
Casi siempre la gata se asoma 
curiosa, intrigada. 
Temí abrirla por semanas,
era nuestro espacio.
Pero el viento cedía esa mañana 
y no pudo más:
estrepitosamente
la ventana se abrió y
salió volando la memoria. 
Era una biblia de papeles sueltos
pálidos, desordenados, 
pero tan ligeros.
La gata saltó adentro.
Era un reclamo agudo
maullidos de te extraño,
buscaba a sus hijos, quizá.
Salió a buscar su elefante 
y entró a jugar con él 
en silencio,
bajo la luz de su nuevo escondite.
Ahí donde la vida 
acababa de vencer a la muerte,
con juegos, colores y sol.
Ahí donde el vacío
decidió hacerse cómplice
con la magia.

1 comentario:

Armonía (Claudia Bermúdez Wilhelm) dijo...

Muy lindo!! Con mucho sentimiento y significado. Felicitaciones!!

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