Lo irónico es que,
para llenarse de nuevas ilusiones
hay que vaciar
los escondites secretos del alma,
barrer cada oscura y polvorienta esquina
dejar reluciente el espacio
para una nueva bienvenida.
Mientras tanto, el abismo.
El polvo, los bichos,
las cortinas en protesta.
El eco frío, los ruidos ajenos.
El vacío es absolutamente inhabitable
cuando la luz es tan tenue,
hay que adentrarse silente, en puntillas
para no despertar ni espantar los recuerdos.
...
Creí haber dejado cerrada esa ventana.
Ya sin cortinas, desnuda,
es un espejo perfecto.
Casi siempre la gata se asoma
curiosa, intrigada.
Temí abrirla por semanas,
era nuestro espacio.
Pero el viento cedía esa mañana
y no pudo más:
estrepitosamente
la ventana se abrió y
salió volando la memoria.
Era una biblia de papeles sueltos
pálidos, desordenados,
pero tan ligeros.
La gata saltó adentro.
Era un reclamo agudo
maullidos de te extraño,
buscaba a sus hijos, quizá.
Salió a buscar su elefante
y entró a jugar con él
en silencio,
1 comentario:
Muy lindo!! Con mucho sentimiento y significado. Felicitaciones!!
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