Con tanto por sentir con tanto por decir con todo el azul gritando en coro, abriéndonos los brazos con este viento fuerte que me roba el aliento igual que tus besos. Debés ser hijo del mar y de la lluvia con tanta inmensidad por descubrir... debés ser canción de cuna, as de corazones y oráculo de espadas. Existís hermoso y suave y tu dulzura envuelve mis heridas. Ya no pienso en tenues días, pues todo este resplandor armoniza y baila inquieto con mi latir.
El tiempo del mundo las horas inmensas y otro por ordenar cuando la vida siquiera parece lo que es. ¿Por dónde empezar a limpiar? ¿El cuarto, el archivo de música, el de sueños, el cuerpo o el corazón? Un desorden de átomos, de ideas, de absurdos. Con él siempre he tenido esa sensación de habitar espacios desconocidos, que nos trague el espacio y desaparezcamos de acá. Porque siempre he sentido la urgencia y la prisa de no estar... de salir y encontrar una mano más cálida.