miércoles, 27 de junio de 2012

mare



¡De quien menos había sospechado!

Era de este espécimen sin vientre!
Ajeno a las normalidades de su edad, sin respuestas. 
La cabeza le pesa, la vida le gana el crucigrama diario. 
Pesado, perduran sus sueños apilados en sal. 
Sueña la vida como un niño. El mar lo pierde. 
Es como ese cielo infinito de los mortales.
¡Qué inmensidad, qué misterio! suspira, 
“Me comieron el vientre” recuerda. 
“No voltees a ver esa ola mareada de ir y venir“ reniega. 
La armonía absurda del mar 
cuando la luz del fondo no cede, para abrir los ojos y soñar.



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