La chingada
El abismo a donde llegué
luego del pellizco,
el balde de agua fría
y la bocanada de desprecio y silencios.
Donde vi de lejos
la sombra de mi cómplice desconocido.
La chingada
el lugar a donde fueron a dar
todas las velitas,
todos los regalos sin papel,
todas las maletas de la desilusión.
Ese desierto
donde me quedé por días y semanas
lamiendo polvo y bilis,
intoxicada de preguntas
y listas infinitas de utopías.
La chingada
y los ricos abrazos del viento
con la torre de besos platónicos.
Donde jugar al solitario es la ley
y escuchar a los grillos te anestesia la piel.
Pero allí en la chingada
fue justamente donde reconocí
que todo sueño termina
y es entonces, cuando toca inventarse
una nueva realidad.
El abismo a donde llegué
luego del pellizco,
el balde de agua fría
y la bocanada de desprecio y silencios.
Donde vi de lejos
la sombra de mi cómplice desconocido.
La chingada
el lugar a donde fueron a dar
todas las velitas,
todos los regalos sin papel,
todas las maletas de la desilusión.
Ese desierto
donde me quedé por días y semanas
lamiendo polvo y bilis,
intoxicada de preguntas
y listas infinitas de utopías.
La chingada
y los ricos abrazos del viento
con la torre de besos platónicos.
Donde jugar al solitario es la ley
y escuchar a los grillos te anestesia la piel.
Pero allí en la chingada
fue justamente donde reconocí
que todo sueño termina
y es entonces, cuando toca inventarse
una nueva realidad.